Canto a Alá: Mostar

Es la hora del rezo. La mezquita que está más abajo del río emite unas palabras incomprensibles para nosotros. Son palabras cantadas y dichas con alegría. A Luiza le llama mucho la atención. Es la primera vez que está en un país musulmán y no había oído estos cánticos a Alá. Yo emocionado saco una foto. El paisaje es inmenso. El puente viejo de Mostar se incorpora imponente sobre nuestras cabezas y el zig-zag del río nos invita a un momento de reflexión.

La luz de aquí es distinta. El atardecer y el amanecer dejan a ambos lados del puente delicados momentos que todo el que vaya a esta ciudad debería retratar. La parte vieja es la zona más atractiva y está llena de terrazas, restaurantes y cafeterías. Casi todas apuntan al puente viejo porque además de ser la imagen de Mostar, desde aquí se lanzan los atrevidos locales al río por una recompensa cada vez mayor (desgraciadamente no tuvimos la fortuna de poder verlo). El resto de la ciudad es también interesante y bella pero sin tener el atractiva de esta zona.

Mostar es una ciudad especial, una ciudad musulmana en medio de la gran Europa cristiana. Unos incomprendidos diréis. Pues sí. La característica más evidente de la ciudad a parte de su belleza es su destrucción. Heridas sangrantes todavía siguen abiertas en múltiples edificios, con impactos de balas que pueden ser observados a simple vista o edificios derruidos. Me imagino que en la gente estas heridas de una guerra tan cruenta y actual existirán al igual que existen en esos edificios que ven en el día a día, aunque su servicial conducta no nos lo transmite. A pesar de ello una piedra a la entrada del puente viejo de Mostar lo atestigua: “Don´t forget 1993”.

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