Cuando recuerdo la película “Sonrisas y Lagrimas”, mis únicos recuerdos son aquella panda de niños vestidos de tiroleses dándose patadas en el culo, y esos maravillosos paisajes repletos de verde de los árboles y azul de los lagos de fondo.El Salzkmmergut es ese perfecto escenario, posiblemente uno de los más bellos que ha dado el cine.
En algun momento de mi vida, volviendo en avión desde alguna parte, tuve la fortuna de ver los alpes desde al avión. Eran blancos porque era invierno. Pero de vez en cuando en el fondo de los numerosos valles aparecían los azules. Un ázul que intentaba dominar. Pero, tanto en invierno con el blanco como en verano con el verde, sucumbe y aunque bello queda en un segundo plano.Pues esto es lo que vimos en el Salzkmmergut. Perfectos cuadros de bellos pueblos dispuestos en la orillas de amplios lagos. Alrededor de ellos solo pintabamos con el verde de las laderas repletas de arboles o de la hierba de la tierra de pastorio, con el azul oscuro pero intenso de los lagos y con el blanco de la nieve de esas altas montañas que miraban hacia abajo majestuosas.
Después de visitar en el primero de nuestros días, el castillo de Werfen y su cueva de hielo (a la que subimos con un empinado telesilla y nos ofreció una de las mejores imágenes de nuestras vidas: el mar de nubes) disfrutamos de un bonito y pequeño hotel (que no sirva de precedente...) estilo alpino donde descansamos para el intenso día que nos esperaba.St. Gilles, lugar donde se encuentra la iglesia donde se celebro la boda de los Von Trapp; Hallstad, pueblo entre los pueblos a la orilla del más bello de los lagos, sus pequeñas casitas todas con vistas al lago lo hacen un lugar especial; el Lago Gosausee con su imponente glaciar al fondo, y los pueblos de Traunkirchen y Gmunden nos maravillaron sin excepción.
Y colorín, colorado (tristes y con ganas de comprarnos una casa nos fuimos de vuelta a Praga) este cuento se ha acabado.

Un cuento que quisimos que no terminara: Salzkmmergut
Salzburgo

Aunque el castillo es el elemento más evidente, no es lo único que llama la atención en esta ciudad. En la plaza central muchas personas se sitúan alrededor de un gran tablero de ajedrez, mientras a un lado, encima de una gran bola dorada, un individuo con camisa blanca mira los movimientos de las piezas del tablero.
Más allá la parte vieja de la ciudad con sus estrechas calles y empedrados suelos. Afortunadamente los habituales luminosos o los coloridos carteles y toldos que se incrustan habitualmente en el mobiliario urbano han sido reemplazados por radiantes y antiguos carteles de madera y oro.
Fastuosos edificios de piedra blanca y pequeños parques con cuidados bustos, discurren al igual que el río que cruza la ciudad. Cerca del mismo, un caballo que tira de un carruaje relincha asustado. El tener tantos y tan diversos medios de transporte tendría que tener sus contras. En lo alto las numerosas torres de muy diversos verdes adornan el cielo azul que hoy nos ha acompañado.
Sin lugar a dudas Salzburgo es una de las joyas de Europa. Desgraciadamente no todo fue bonito porque en el día de hoy, se nos ha olvidado dejar las llaves en el hostal y creo que nos van a cargar un dinerito en la tarjeta.
Final del viaje: Split
Split era una ciudad de paso, un lugar de donde cogeríamos el vuelo de vuelta a Praga. Pero realmente nos sorprendió.
Habitualmente, los lugares dedicados a la historia están fuera de la ciudad y se han reconstruido por completo hasta poder observarlos en la actualidad de la misma forma en la que se divisaban cuando se construyeron, en Split sucede todo lo contrario. Sus ruinas están en el mismo centro de la ciudad y muchas de ellas son, eso, ruinas. Una apoteosis del pasado que ha visto cómo a su alrededor los edificios iban tomando más altura y poco a poco como el hormigón y los cristales dominaban el paisaje. Sin duda una ciudad viva.
En este lugar tuvimos un momento extraño. En la búsqueda de alojamiento se nos acercó un tipo para ofrecernos habitación (como es habitual). Y aceptamos una proposición con un gran descuento. Pero para ello tuvimos que pagar antes de llegar a la habitación y yo estaba sin dinero. Nos paramos en un cajero y literalmente me hicieron sacar dinero con Luiza en el coche. De verdad parecía este tipo de situación en la que volvería a verla dentro de 20 años en algún harén en Arabia Saudí. Afortunadamente no se fueron y pudimos disfrutar de nuestra estancia allí.
Mientras estábamos en Split visitamos el pueblo de Trogir, que era de bella factura pero parecido a los pueblos que habíamos visto con anterioridad.
Toca volver, y escribo ya desde Praga. Triste, echando ya de menos al mar y soñando que vuelvo pronto por esas tierras.
Cuando el sol afecta a tu discernimiento: Islas croatas

Nuestro punto de partida es la ciudad de Korçula un bellísimo enclave a 20 minutos en barca de la Croacia continental. Pequeño y fortificado pueblo turístico rodeado literalmente de agua y cuya estampa será la cosa que más recuerde de este viaje. Aquí hemos pasado el único día que nos hemos ofrecido para el descanso y el embadurne de nuestro cuerpo con cremas para que el vil sol no pudiese herirnos con sus poderosos rayos.
Nuestro destino ha sido Vela Luka en el otro extremo de la isla desde donde volveremos a Korcula para devolver a nuestro potro a última hora de la tarde. Mas varias sub-misiones tendrían que llevarse a cabo en el camino: llevar las cartas que el cartero esa misma mañana no puedo entregar, comprar extraordinario aceite a un viejo que lo hace con sus propias manos y en mi caso, hacer caso omiso a Luiza de su demanda para que reduzcamos la velocidad cuando tomábamos una curva por el camino. Todo ello teniendo en cuenta a los gigantes que nos han buscado por toda la isla y a la casi inexistencia de petroleo en la isla lo cual casi nos obliga a empujar a nuestro corsel.
Ante nuestra afamado éxito en la Isla de Korçula, decidimos visitar también la Isla de Hvar. Mas en este lugar sólo hemos visitado su capital. El tiempo nos apremia. El caballo volador que el rey de Bohemía nos ha enviado saldrá en pocos días desde Split y hemos de estar allí. Aún así pudimos dar una vuelta de unas horas por esta ciudad que nos dejó la misma sensación que Korçula, las islas croatas son un impresionante lugar de visita pero no solo por sus playas o lo escarpado de sus costas, también por la belleza de sus pueblos. Sin duda alguna habrá que volver.

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